lunes, 7 de febrero de 2011

Wixárikas en el Congreso Nacional Indígena

Gobierno, narco e intereses amenazan a pueblos indígenas

Convocan a Congreso Indígena para tratar autonomía y despojo; la legalidad es la primera herramienta contra el despojo, aunque no se descarta la rebelión. Los pueblos exigen elegir ellos mismos sus sistemas sociales, sin depender de los políticos y las autoridades.


Mezcala.- Entre la vorágine de influencias extranjeras que han permeado —acaso contaminado— la amalgama del mexicano modelo, desde la Colonización a la fecha, sólo unos pocos grupos han resistido a la presión de la mayoría para conservar su identidad: cultura, lengua y territorio, elementos defendidos acérrimamente en contra de la discriminación de quienes se han identificado, no con sus raíces y aquello que los circunda, sino en la riqueza.
Ayer, pueblos indígenas sobrevivientes se reunieron en la comunidad de Mezcala, en la ribera de Chapala, para tratar en la XXVIII reunión plenaria del Congreso Nacional Indígena (CNI) el elemento de su identidad que más fácil les pueden robar: su tierra. El congreso se dividió en tres temas: la autonomía, el despojo y cómo se solucionó o debe solucionar éste.

Gobierno y narco contra la autonomía
Tras ser aparentemente excluidos por el sistema, o como medida para protegerse de él, algunos pueblos han logrado cierta autonomía: que sin alcaldes o representantes políticos lleguen a regirse por sus propios medios.

Mezcala, que busca la autonomía, se encuentra en el municipio de Poncitlán. La comunidad ha sido asaltada por las autoridades municipales sin que el Ministerio Público haya atendido las demandas, y actualmente padece de una tala ilícita e indiscriminada, contó uno de los comuneros: “Nosotros ni siquiera pertenecemos al pueblo indígena, no sabemos ni qué es autonomía ni para qué sirve. [...] ¿Cuál autonomía? Vienen los partidos políticos y nos deshacen todo”.

Dijo a los representantes de la CNI que precisaban de armas para defenderse de las autoridades, que incluso después de las fiestas patronales llegan por impuestos: “Todo se lo llevan”.

Otro caso de búsqueda de autonomía está en asentamientos indígenas de Michoacán. Un comunero contó que tienen cinco años con la idea de la autonomía, desarticulada por el gobierno, y a últimas fechas, por la delincuencia: “Eso antes pasaba en las ciudades, pero ahora entran a las comunidades indígenas. El miedo entra, invitan a los jóvenes de la comunidad”. El que penetre el narco significa que los comuneros eventualmente perderán el control de sus tierras y la posibilidad de regirse y conservar su unidad e identidad.

Despojos en el siglo XXI
Un caso que implicaría el despojo de la identidad de una cultura entera se encuentra en San Luis Potosí. Ismael González González, del poblado de Santa Catarina, comunidad wixárika (huichola) de Jalisco, contó que la empresa canadiense First Majestic Silver destruirá un sitio emblemático para ellos: “Está amenazando fuertemente un lugar que nosotros consideramos de reserva, donde llevamos nuestras ofrendas, el lugar llamado Cerro Quemado”. En ese sitio es donde ellos cosechan el peyote, una planta clave en su cultura.

Si bien los terrenos no son propiedad de las comunidades wixarikari, sino de ejidatarios de Margaritas, Charcas y de Real de Catorce, ellos defienden su derecho a mantener intacto el sitio que los ha congregado por siglos: “El pueblo wixárika hace sus ceremonias en este lugar, también tenemos secretos y estamos a la defensa de que no destruyan nuestra cultura, todo lo que hay dentro de esa sierra”.

La minera de plata, planteó Ismael, acabaría con la poca agua que hay para sus procesos y degradaría el entorno: “Se secaría todo el recurso natural, se acabaría todo allí”. Aunque han acudido a las autoridades, éstas están del lado de la empresa, por lo que las comunidades wixárikas de Jalisco, Durango, Nayarit y Zacatecas han acordado defender el territorio.

En protesta, realizarán una peregrinación que saldrá del puerto de San Blas, en Nayarit, para cruzarlo hacia Jalisco, Zacatecas y hasta San Luis, donde convocarán a los medios. El 19 y 20 de febrero se reunirán en El Saucito, en Nayarit, donde pondrán fecha a la peregrinación.

Otro caso de despojo ocurrió en San Sebastián, en Chiapas, donde recién el 3 de febrero pasado se detuvo a 140 indígenas por un grupo de presuntos militantes del Partido Revolucionario Institucional a fin de despojarlos de sus ejidos: “El gobierno no tolera que sus antiguos peones les hablen al tú por tú”, sentenció uno de los habitantes.

Y otro, en Temacapulín, donde sus habitantes serán echados para reubicarlos en otro centro de población, pues el pueblo se inundará con la construcción de la presa del Zapotillo. La queja de los habitantes es que el pueblo, más que representar simples fincas, es parte de su pasado e identidad.

La ley y la rebelión
La búsqueda de recursos legales supone ser la principal herramienta contra el despojo, señaló Juan Dionisio, integrante de la comunidad de San Pedro de Atlapulco, pueblo nañú en el Estado de México. Explicó que la autonomía se construye en los pueblos, más que con armas, con su identidad, cohesión de grupo y conocimiento de su territorio (si hay sobreexplotación de recursos naturales u otros daños).

No obstante, cuando los intereses de particulares y autoridades alcanzan cierto nivel, de la ilusión de autonomía se pasa al despojo: “Históricamente ha sido el despojo el mayor problema, hay proyectos que afectan a los pueblos y no se les consulta. A veces esos proyectos no responden a la realidad de cada uno de los pueblos, sino que es sólo producción para enriquecer a los capitalistas”.

Cuando el despojo se presenta, la principal medida en contra de él es valerse de recursos legales: “Los que tienen invasiones o problemas de carreteras tienen que recurrir a amparos, se van por lo legal”. Cuando esto no funciona, porque no hay respuesta de la autoridad, entonces se tienen que movilizar. [...] Somos muchos pueblos indígenas en el país que coincidimos en nuestra forma de organización comunal y en la conservación de nuestra identidad. Autonomía e identidad van juntas”.
Un estudiante de la Universidad Autónoma de México (UNAM) mostró que el panorama rapaz público-privado amenaza a diario la autonomía lograda: “Las cosas no van a ser fáciles: derrocamiento, militarización, paramilitarización, el narco, y nosotros no estamos avanzando”. Los principios revolucionarios —que incluyen percatarse de que la realidad de la situación actual sólo beneficia a unos cuantos— son la última solución: “Es el motor subjetivo que nos va a mover a esta lucha para avanzar en nuestro proyecto autónomo”.

El proyecto autónomo, aclaró Salvador, un indígena, debe surgir de los pueblos y no de organizaciones ajenas, pues no se identificarán con las comunidades ni sabrán qué defender.

A viva voz
Salvador, indígena de Chiapas: “Hay siete principios indígenas: servir y no servirse; representar y no suplantar; bajar y no subir; convencer y no vencer; construir y no destruir; obedecer y no mandar; proponer y no imponer”.
Juan Dionisio, indígena nañu: “Históricamente ha sido el despojo el mayor problema: hay proyectos que afectan a los pueblos [...] A veces esos proyectos no responden a la realidad [...] sino que es sólo producción para enriquecer a los capitalistas”.
Ismael González, wixárika de Jalisco: “El pueblo wixárika hace sus ceremonias en este lugar, también tenemos secretos y estamos a la defensa de que no destruyan nuestra cultura, todo lo que hay dentro de esa sierra”.



Uno x uno
Los pueblos asistentes:

• Jicamaltepec
• Acteal
• Nurío
• San Juan Copala
• Cherán
• San Luis Acatlán
• Triquis
• Milpa Alta
• San Antonio Tlayacapan
• San Sebastián Tuxpan
• San Andrés Chuniapan
• Santa Catalina
• Tuxpan
• Santa Cruz Acalpixca
• Santa María de Ostula
• Ajijic
• Comachuén
• Río Venado
• San Andrés Cumiata
• Santa Catarina
• Mezquitic
• Bancos de San Hipólito
• San Sebastián Bachacán


Claves

El centro-occidente indio, un breve repaso.

• La región centro-occidente, famosa por su identidad pretendidamente criolla, alberga una amplia y sorprendente diversidad india: los nahuas distribuidos ampliamente en la costa del Pacífico, los purépechas de la meseta michoacana, los wixaritari (huicholes), nayeri (coras) mexicaneros y o´dam (tepehuanes) de la Sierra Madre Occidental, y todos esos habitantes del altiplano central: mazahuas, otomíes, chicimecas, pames. En la región de Chapala sobreviven los cocas de Mezcala.

• La forma clásica de organización de esas poblaciones originarias es la comunidad indígena que se reconoce y titula por un procedimiento agrario, con base en los títulos primordiales que son los que concedió la Corona española durante los tres siglos del periodo colonial para darles dominio de sus tierras, sus bienes naturales y sus aguas.

• En las últimas décadas, un fenómeno explosivo ha cambiado el mapa de la distribución aborigen en la región: la migración. Hay migrantes indígenas que siguen los campos agrícolas como jornaleros de la caña de azúcar (Tamazula, Autlán, Tala, Tepic), o para trabajar en las cosechas de jitomate (sur de Jalisco, Sinaloa) y de otras legumbres (Zacatecas, Nayarit), o de frutales (toda la región costera de Michoacán, Colima, Jalisco y Nayarit). Los indígenas jornaleros suelen provenir de los estados de Guerrero y Oaxaca (zapotecas, mixtecos, triquis) y en menor grado, de Veracruz.

• Hay otra migración más poderosa y permanente: la que acude a las ciudades a asentarse. En la zona metropolitana de Guadalajara se identifican al menos 19 colonias que albergan a los grupos de indígenas migrantes. En Tlaquepaque: colonia Indígena (otomíes), Brisas de Chapala (mixtecos), Las Juntitas (mixtecos y otomíes), Nueva Santa María (otomíes), San Sebastianito (otomíes), Lomas de San Miguel (otomíes), El Campesino (otomíes), Guayabitos (otomíes), La Mezquitera (otomíes), Buenos Aires (otomíes), Francisco y Madero (otomíes), Las Juntas (otomíes), y Arroyo de las Flores (otomíes). En Guadalajara: Polanquito y la Ferrocarril (mixtecos). En Tonalá: Constancio Hernández (mixtecos), y Balcones del Sol (triquis). En Zapopan: Miramar (purépechas), y El Húmedo (purépechas).

• Aparte de estas colonias “existen familias de indígenas de diversas etnias que viven dispersos en la zona metropolitana, lo cual dificulta su identificación y la elaboración de cifras más precisas sobre migrantes en la ciudad”, señala un análisis de la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indios (CDI). En todas las ciudades importantes de la región (Morelia, Querétaro, León, Aguascalientes, Colima, Puerto Vallarta y Tepic) sucede el mismo fenómeno
que Las “poblaciones originarias” migran de forma temporal en busca de empleos, pero están arraigadas a sus territorios y enfrentan en mayor o menor grado disputas agrarias entre sí, con comunidades mestizas y con pequeños propietarios, además de que se enfrentan de diversos modos con diversos niveles del Estado mexicano en relación a proyectos de desarrollo. En las zonas de litoral, la presión de empresarios nacionales y extranjeros por las tierras adyacentes a playas tiende a crecer en perjuicio de los pueblos.

• Hay también una migración hacia Estados Unidos que todavía es incipiente en los pueblos originarios, pero está consolidada en los que vienen del sur del país, que si no tienen fortuna al asentarse en la región, siguen su camino a las colonias formadas en diversas ciudades de ese país.
Sergio Blanco
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